martes, 8 de abril de 2014

El placer de comer

 El placer de comer


Un interesante estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Nápoles (Italia), concluye que el placer de comer, o lo que es igual, comer por placer, puede estimular las aéreas cerebrales de recompensa y que en consecuencia lleve a comer en exceso, algo que no sería precisamente para satisfacer el hambre.
Se podría decir que se trata de un hambre provocada por un deseo de placer más que por tener necesidad de comer, esto provoca que se liberen unas sustancias en nuestro organismo, como por ejemplo la hormona ghrelina, elemento que se sintetiza en el estómago y cuyo nivel aumenta antes de las comidas y se reduce tras la ingesta de alimentos. Esta hormona está implicada en la regulación del peso corporal y la toma de alimentos, también interviene en otros procesos que no nombraremos porque no vienen al caso. Además se estimula la producción de araquidonilglicerol, otra sustancia implicada en la regulación de la ingesta de alimentos, actúa en los centros hipotalámicos del sistema nervioso central, son regiones donde intervienen diferentes sustancias químicas responsables de algunas de las emociones que experimentamos. El araquidonilglicerol puede provocar que se siga comiendo a pesar de que ya estemos saciados, lo que representaría estar comiendo en exceso, podríamos decir que se pecaría de gula.


Los expertos indican que no se termina de comprender muy bien cuál es el proceso subyacente de la alimentación hedónica, pero posiblemente las sustancias endógenas generadas por el organismo, que son responsables de regular los mecanismos de recompensa están implicadas en el acto de comer en exceso.

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